HERMINIA COLOMER VIDAL (1894-1970) por Francisco Coloma Colomer y Mercedes Colomer Camilleri


HERMINIA COLOMER VIDAL
 (1894-1970)
 por
 Francisco Coloma Colomer y Mercedes Colomer Camilleri

Gemela de Joaquina.
Nació en Canals el año 1894.
Estudió bachiller en el colegio de Jesús-María de Valencia (entre 1904 y 1912) (ver: Educación de los Hijos en Biografía de Ramón Colomer Ferri en blogcoloma).
Herminia Colomer Vidal a los 6 años (1900).

Herminia Colomer Vidal a los 11 años (1905)

La más dulce de las hermanas.
Totalmente opuesta a su gemela Joaquina.
Herminia era suave, delicada, paciente escuchadora y con una plácida sonrisa que incitaba a permanecer contemplándola a su lado.
Antonio Salvador (su futuro esposo) era valenciano, procedente de una familia acomodada.
Antonio Salvador era procurador del banco de España. Excelente persona, guasón, alegre, muy católico, servicial. Sin ser fumador empedernido, tenía la costumbre de llevar en los bolsillos dos o más paquetes de cigarrillos, que repartía entre cualquiera que se le pusiese delante.
                                                                                       Herminia Colomer Vidal a los 24 años (1919)

Parece ser que Antonio pretendió inicialmente a su hermana Joaquina pero, al descubrir su carácter, huyó despavorido.
Por el contrario, congenió inmediatamente con Herminia.

Pretender.
Antonio parece que cumplió, escrupulosamente, cada una de las fases del manual ancestral de la pretensión.
Los galanteos se iniciaban realizando el posible pretendiente varón constantes escarceos y rondas, bien solo bien acompañado de amigos, sobre el área que habitualmente utilizaba la pretendida para realizar sus labores o paseos.
En esta primera fase no había más que contacto visual, sin usar apenas saludo alguno. Una vez decidido a pretender, se accedía a la fase del encuentro casual con amable saludo e incluso, si el mozo era osado, algún comentario intrascendente. Al ir repitiéndose la escena el pretendiente, si no se veía rechazado, pasaba a una tercera fase que incluía un paseo juntos, pudiendo ya conversar en relativa intimidad, siempre acompañados de un familiar femenino de edad respetable (carabina) que solía quedar algo rezagada de la pareja para crearles un discreto ambiente.
En esta tercera fase, según cuentan las crónicas familiares, Antonio decidió cambiar de gemela y se centró en Herminia.
De este modo, se llegaba al compromiso y se solicitaba, a continuación, la mano de la pretendida al padre, hermano o responsable varón de la familia.

El compromiso de Herminia con Antonio y la posterior concesión de mano por parte del patriarca de los Colomer el año 1925, quedaron ensombrecidos por la muerte, este mismo año, del propio don Ramón Colomer Ferri.
Herminia Colomer Vidal (aún soltera) con su novio Antonio Salvador, su hermana Clara, su sobrina Mercedes Colomer Camilleri y su cuñada (madre de esta última) Mercedes Camilleri Ramón
(Canals 1923)

Con la boda ya anunciada y preparada se decidió, a pesar de todo, llevarla a cabo en plena fase de luto familiar.
Herminia y Antonio en La Parrilla.

Herminia tuvo que casarse toda vestida de negro y tocada de un sombrero del mismo color del que pendía un enlutado velo que discurría a lo largo de uno de los laterales de la cabeza hasta apoyarse en el hombro (a este tipo de sombrero se le denominaba “La Pena” y era utilizado en las ceremonias realizadas en tiempo de luto).
Antonio siempre comentó posteriormente, de manera jocosa, que su boda había sido “una verdadera pena”.
La pareja se instaló en Valencia, en un piso de alquiler que compraron más adelante situado en la Gran Vía del Marqués del Turia nº 5, casi en la esquina con la calle Ruzafa.
Finca nº 5 de la Gran Vía del Marqués del Turia

Herminia y Antonio.

Fue en esta casa donde permanecieron durante toda la Guerra Civil con la fortuna de que no sufrieron registro alguno durante la contienda. A ella acudieron, en repetidas ocasiones, tanto familiares como amigos solicitando refugio temporal y en todos los casos Herminia y Antonio les dieron cobijo y atención.
Caso especial fue el de su cuñada Carmen Casanova (esposa de su hermano Julio) quien, estando en esta casa, se enteró del asesinato de su marido (ver biografía de Julio Colomer Vidal en blogcoloma).
También su hermana Amparo estuvo hospedada en ella, estando gestante de su cuarto hijo (Julio) y de hecho lo parió aquí (ver biografía de Amparo Colomer Vidal).
Como complemento a esta casa, alquilaron inicialmente otra en Paterna para pasar más cómodos la época estival.
Tras la guerra, fue informada por su prima Milagros Vidal Colomer, hija de Teresa Colomer Ferri (ver Ancestros Colomer-Ferri y Vidal-Mompó en Biografía de Ramón Colomer Ferri y Genealogía de los Colomer y Vidal de Aielo en blogcoloma), de que se alquilaba la finca contigua a su casa en l’Alcúdia de Crespins. No se resistió ante la gran oportunidad que supondría poder pasar los veranos cerca de su familia y Herminia convenció a su marido para que sustituyesen la casa de Paterna por esta espléndida mansión próxima a la vía férrea que había pertenecido con anterioridad a un banco. Esta es la casa que todos los sobrinos conocieron como la de la tía Herminia, ya que la mantuvo el resto de sus días.
Herminia Colomer Vidal en La Parrilla.


Herminia Colomer Vidal

El único pesar que reconoció la pareja fue la de no poder tener hijos, ya que la relación entre ambos siempre se mantuvo excelente.
Por el contrario, se volcaron en los sobrinos, por lo que se convirtieron en unos tíos queridos por todos los miembros de la siguiente generación familiar.
Herminia Colomer Vidal con su cuñada Mercedes Camilleri Ramón, su sobrina Teresa Colomer Camilleri y su hermana Joaquina.
Sentadas sobre el murete del mirador al río que separa las casonas de Ramón Colomer Ferri y su hijo Bernardo Colomer Vidal.
Detrás de ellas se aprecia el Pont del Riu y a la derecha La Lloca.

Antonio murió el año 1967.
Herminia apenas le sobrevivió tres años.
Siguió viviendo en su casa de la Gran Vía.
En diciembre de 1969 sufrió una caída por las escaleras de esta finca y se fracturó el brazo.
Murió aquí mismo, de una embolia provocada tras la retirada de la escayola, el mes de enero de 1970. Tenía 76 años.

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