BERNARDO COLOMER VIDAL (1891-1942) por Francisco Coloma Colomer y Mercedes Colomer Camilleri

 
BERNARDO COLOMER VIDAL
 (1891-1942)
 por
Francisco Coloma Colomer y Mercedes Colomer Camilleri

Niñez delicada.
Fue el tercero de los hijos que nació en Aielo de Malferit, el mes de junio de 1891. Como sucedió con su hermana Clara, su madre prefirió acudir a su tierra natal para realizar tal evento, aunque la familia ya estaba instalada en Canals desde cinco años atrás.
De niño era enfermizo y enclenque. Nunca tenía hambre, cuando comía lo hacía forzado y con reparo, por lo que estaba extremadamente delgado. Esto supuso una auténtica preocupación para sus padres que, por más que indagaban, no hallaban solución al problema.
Bernardo Colomer Vidal a los 9 años (1900).

De hecho, al llegar a la etapa escolar, no se atrevieron a mandarlo a Valencia, donde ya estudiaban sus hermanos Ramón y Clara.
Los médicos consultados les habían recomendado que lo llevasen al colegio de los franciscanos de Ontinyent, ya que estaba ubicado en un lugar alto, seco y límpido, lo cual beneficiaría la precaria salud del chiquillo.
No se sabe si fue el cambio climático, la separación de la familia o el hartazgo de cebolla cruda que recomendó a su madre, como medida infalible para su inanición, una sanadora de Canals. La verdad es que, en un mínimo espacio de tiempo, aquel debilucho crío se convirtió en un robusto chaval.

Juventud.
No fue a la universidad, sino que, cumplidos los 18 años, una vez acabado su bachiller en Ontinyent, empezó a trabajar con su padre en la inminente apertura de la fábrica de harinas de l’Alcúdia de Crespins.
Con toda la intención, el patriarca le obligó a empezar desde cero, pasando como aprendiz por todas las secciones y, de este modo, empapándose de la base del negocio. Con este aprendizaje pudo, más adelante, obtener el derecho a despacho propio.
Fue por esta época, con 18 o 19 años, cuando estando en La Parrilla acudió a sofocar un incendio forestal. Era un día de intenso calor y, al ingerir gran cantidad de agua, comenzó a vomitar desaforadamente. A partir de este hecho, aparentemente intrascendente, comenzó Bernardo a padecer constantes molestias gástricas que le obligaron a acudir con cierta regularidad a la clínica del doctor Jiménez de la Iglesia de Valencia para realizarse controles médicos. Hasta que, a los treinta años, le diagnosticaron en Madrid una cardiopatía.
Bernardo Colomer Vidal con 28 años (1919)

De todos modos, Bernardo visitaba la capital asiduamente y no sólo para sus regulares chequeos, sino para buscar las diversiones de un joven señorito de la época. Sus dos íntimos amigos eran: García Guijarro (médico y compañero del colegio de Ontinyent) y Ernesto Ferrer (futuro gran empresario valenciano); los dos procedían también de familias adineradas.

Matrimonio.
En una de aquellas visitas, acudió a una fiesta que se celebraba en el casino de la Agricultura y conoció a Mercedes.
Mercedes Camilleri Ramón nació en Valencia el año 1891, se llevaba pocos meses con Bernardo. Sus padres eran grandes terratenientes de arroz en Silla (Valencia).
Fueron novios menos de dos años y casaron el día 29 de abril del año 1918 (año en que finaliza la Primera Guerra Mundial) en la Basílica de la Virgen de los Desamparados de Valencia. Tenían ambos 26 años.
Tras el viaje de novios, fueron a vivir a Canals, estando ya gestante Mercedes del primero de sus tres malogrados embarazos que sufriría de forma consecutiva.

La Cucaracha.
La gran gripe española fue llamada también: Gran Epidemia de Gripe, la Epidemia de Gripe de 1918, la Pesadilla y la Cucaracha.
Fue una pandemia de inusitada gravedad que mató a posiblemente 100 millones de personas en todo el mundo entre los años 1918 y 1919.
Se ha convertido en una de las más letales de la historia de la humanidad, muriendo entre el 2 y el 20% de los afectados, según lugares.
A diferencia de otras epidemias de gripe en que los afectados son niños, ancianos y personas inmunodeprimidas, esta pandemia se cebó principalmente en jóvenes saludables.
Empezó en Estados Unidos el mes de marzo de 1918, en plena Guerra Mundial. Los aliados empezaron a llamarle gripe española porque, al estar España fuera del conflicto y no haber censura de prensa, se dio en nuestro País mucha más difusión que en el resto del mundo.
La gripe llegó a España en noviembre de 1918 y acabó con 300.000 compatriotas.
La Pesadilla duró dos años y en 1921 ya no hubo ningún caso.

El milagro.
Un hecho considerado milagroso por la familia, se produjo en el verano de 1918 en la persona de la esposa de Bernardo.
Estando Mercedes gestante de tres meses de su primer embarazo, contrajo la gran gripe española (la Cucaracha).
Su estado fue agravando, provocó un abortó y a continuación entró en coma.
La familia en pleno estaba consternada y el médico dio el caso por perdido.
Su suegra Clara Vidal Mompó, que vivía en la casa de al lado, acudió a despedirse de ella y colocó, frente a su lecho, una estampa de la madre Sacramento, de la que era muy devota, encomendándole a su joven nuera.
Al cabo de unas horas, Mercedes abrió los ojos y en lo primero que reparó fue en la estampa, pronunciando el nombre de la santa. Se había salvado de la terrible gripe.
Su suegro Ramón Colomer Ferri, absolutamente impresionado por lo sucedido, acudió a la iglesia y comentó al párroco que estaba dispuesto a realizar una espléndida donación a la misma.
Así fue como, con dinero de los Colomer, se construyó parte de la Capilla de la Comunión y el Púlpito de la gran nave, sitos en la magnífica iglesia de Canals (ver: Relación con la Iglesia Católica en Biografía de Ramón Colomer Ferri en blogcoloma).

Mercedes Camilleri Ramón, esposa de Bernardo Colomer Vidal (1922).

Tres embarazos malogrados.
Tras esta abrupta pérdida de su primera gestación, Mercedes quedó de nuevo encinta, pero parió a los siete meses (febrero de 1920) y la criatura murió al poco tiempo de nacer. Como curiosidad trágico-cómica comentaremos que Bernardo, a sabiendas que su hijo no viviría más que unos días, aprovechó la circunstancia para poder deshacerse de la que se consideraba entonces obligada práctica habitual: poner el nombre del padre a alguno de sus hijos. Como su nombre no le hacía gracia alguna, decidió imponérselo al chiquillo que pronto dejaría de existir y, de este modo, no volver a utilizarlo.
En septiembre de 1920 estaba embarazada por tercera vez. En esta ocasión la gestación llegó a término, aunque el niño nacido (José María) murió a los tres meses.
El mes de agosto de 1921 quedó gestante Mercedes por cuarta vez, ya tenía treinta años y su preocupación iba en aumento. Bernardo deseaba un varón, pero su esposa, recordando que los frutos de sus anteriores embarazos habían sido masculinos, temía que si volvía a tener otro del mismo sexo también moriría. De hecho, para evitar malos augurios mandó tirar toda la ropa que se había destinado a sus malogrados retoños y compró todo de nuevo. Tanta era su preocupación que contrató a una niñera seis meses antes de la previsión del parto.
Bernardo Colomer Vidal con su esposa Mercedes Camilleri Ramón y su primogénita Mercedes Colomer Camilleri. (1924)

Hijos y nietos de Bernardo.
El día 8 de mayo del año 1922 nació, entre algodones, Mercedes Colomer Camilleri, en la casa de sus abuelos maternos, sita en la calle del Grabador Esteve de Valencia.
Sufrió de una auténtica hiperprotección, tanto en la infancia como en la adolescencia.
Estudió bachiller en el colegio del Sagrado Corazón de Godella en Valencia.
Durante la década de 1940 vivió en Almansa con su prima María Colomer Maisonnave, que se había trasladado a esta localidad con el fin de atender a su padre (Ramón Colomer Vidal) mientras éste gestionaba la fábrica de alcoholes familiar.
No llegó a casarse, ni tuvo descendencia.
Amable, cariñosa, caritativa, vergonzosa y retraída.
Cuando su prima María casó (1950), se trasladó con ella a Valencia y se convirtió en una segunda madre para sus tres hijos.
Lo mismo sucedió cuando casó su hermana Carmen (1957) acudiendo en su ayuda.
Su madre murió el día 27 de septiembre del año 1969. A partir de entonces, tanto Mercedes como Teresa, vivieron con su hermana Carmen.
Mercedes se convirtió, con el tiempo, en una especie de enfermera particular de toda la familia a la que se recurrió ante cualquier enfermedad.
Familia Colomer - Camilleri.

Carmen Colomer Camilleri nació, en la casa de sus abuelos maternos de Valencia, el año 1926.
Tuvo un inicio de vida al borde del abismo, pues sufrió la tos ferina con apenas un mes. A pesar de la desesperanza del médico que la atendió, Carmen sobrevivió, aunque a los tres meses sólo pesaba dos kilos y medio. Su madre tuvo que recurrir a la consabida ama de cría que la sacó adelante (posteriormente este ama reconoció que, además de la leche, le proporcionaba miga de pan mojada en agua).
Estudió bachiller en el colegio del Sagrado Corazón en Godella (Valencia) en régimen de media pensión, residiendo durante este periodo con su hermana Teresa en casa de su tía Carmen Camilleri.
Graciosa, divertida, despistada, fiestera y autoritaria.
Casó con José Aparicio Rico, abogado, perteneciente a una familia de terratenientes oriundos de Enguera y asentados en Canals dos generaciones atrás.
Carmen tuvo cinco hijos:
Ana Aparicio Colomer (1958).
José Aparicio Colomer (1959).
Teresa Aparicio Colomer (1961).
Bernardo Aparicio Colomer (1962).
Mercedes Aparicio Colomer (1965).
El matrimonio acogió en su seno tanto a la matriarca como a las dos hermanas solteras (Mercedes y Teresa).
Al enviudar Carmen quedaron las tres hermanas formando una especie de triunvirato maternal.
Hermanas Colomer Camilleri
(de izq. a der.): Mercedes, Carmen y Teresa.

El único y deseado varón que tuvo Bernardo fue su hijo José Colomer Camilleri. Pepe para toda la familia.
Nació en Canals el día 15 de marzo del año 1927; razón por la cual su madre siempre le espetó que por este motivo no pudo acudir a las Fallas de ese año, fiesta a la que era obsesivamente aficionada.
Estudió bachiller en el colegio de los jesuitas de Valencia en régimen de internado.
Como al morir su padre Pepe sólo tenía 13 años, se encargó de su educación su tío Ricardo Colomer Vidal quien, al acabar la etapa escolar, lo introdujo en la fábrica familiar.
Casó con María (Maruja) Iñesta, oriunda de Énova (nacida en 1930), y fijó su domicilio familiar en la casa del Huerto de los Colomer, en l’Alcúdia.
José tuvo dos hijos, ambos nacidos en Canals:
Inmaculada Colomer Iñesta (1955).
Bernardo Colomer Iñesta (1960).
Posteriormente, pasó a vivir en el edificio que construyó su tío Ricardo frente a las escuelas de Canals (ver: Biografía de Ricardo Colomer Vidal en blogcoloma).
José Colomer Camilleri.

La menor de la familia fue Teresa Colomer Camilleri.
Nació en Canals el año 1929.
Como curiosidad comentaremos que su nacimiento coincidió con la colocación de la última losa del ajardinamiento realizado en el huerto de la gran mansión que su padre mandó construir para la familia.
Como sus hermanas, estudió en Godella en régimen de media pensión, residiendo en Valencia en casa de su tía Carmen Camilleri.
Igual que su hermana Mercedes, quedó soltera y sin descendencia.
Siempre fue risueña, despreocupada y divertida, creando con su presencia un ambiente agradable y placentero.
Se consideró épico su auténtico terror a las tormentas.
Siempre hizo muy buenas migas con Carmen y su marido.

Vivienda de Bernardo.
Los recién casados vivieron inicialmente en una lujosa casa que alquilaron en la calle del Goleró de Canals (calle que une la plaza de la Iglesia con La Torre).
Se da la curiosidad de que en esta casa fue alojado por unos días, el famoso obispo Amigó (actualmente en proceso de beatificación) que, invitado por don Ramón, debía bendecir e inaugurar el anteriormente mencionado púlpito de la iglesia donado tras la milagrosa salvación de su nuera Mercedes. También en esta misma casa, aprovechando la ocasión, fueron confirmados Fanny Maisonnave y sus hijos Ramón, Andrés y María.

Obispo Amigó.
Su nombre de pila, José María, lo cambió por el de Luis al ingresar, el año 1874, en el convento que, los Hermanos Menores Capuchinos, regentaban en Bayona (Francia).
Nació en Massamagrell (Valencia) en 1854.
A su regreso a España en 1879, fue ordenado sacerdote.
Fundó en 1885 la congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia y en 1889 la de los religiosos Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores.
Fue obispo titular de Segorbe (Castellón) desde 1913 hasta 1934.
Murió en Godella (Valencia) este mismo año.

Como ya hemos comentado (ver: Casona de Bernardo Colomer Vidal en Biografía de Ramón Colomer Ferri en blogcoloma) en el apartado de propiedades adquiridas por Ramón (padre de Bernardo), el patriarca aprovechó una gran oportunidad y compró la casa contigua a la suya (San Cayetano nº 3) para que viviese en ella su segundo hijo varón, pues el primogénito se encargaba de los negocios familiares de Almansa.
En un primer momento, fue alquilada a los herederos del cura propietario y muy poco después se compró definitivamente.
Inicialmente, la parte de la construcción destinada a vivienda consistía en un edificio formado por: planta baja, piso superior (tipo cambra o desván, con suelo sin baldosas) y un gran huerto que daba al río.
Tras una reforma inicial, el matrimonio se instaló en la planta baja el año 1922; año que nació su anhelado primer vástago, la primogénita Mercedes.
Las alcobas del servicio se acomodaron en el piso superior donde también se instaló la cocina, a la que se accedía por una escalera que iniciaba en el huerto.
Este huerto primitivo era muy rústico, de forma rectangular, con una gran higuera central y dos altas vallas de obra laterales cubiertas de jaulas destinadas a animales de corral y concluía con una bajada al río a modo de túnel.
Con las grandes reformas que se realizaron, además de disminuir notablemente la valla de separación con la casa de su padre, aquel corral se convirtió en un recoleto jardín con fuente y parterre central, mirador elevado sobre el río y postigo inferior con lavadero particular.
Las cocinas pasaron a la planta baja dando al ala derecha del jardín, mientras que por el lado contrario avanzaba el gran comedor, cuyo espacio había sido ocupado en un principio por las habitaciones de la familia.
Se construyó un segundo piso destinado al servicio y a cámaras de almacenaje, y se reservó el primero como planta principal para las diversas alcobas de los miembros del nuevo clan.
Los cuatro hijos de Bernardo Colomer Vidal en el jardín de su casona de Canals (1935).
(La escalera conduce al mirador sobre el río y en la parte superior izquierda se aprecia el follaje de La Lloca).

Enfermedad.
Fue a los treinta años cuando, tras una de sus habituales crisis gástricas, sufrió Bernardo una lipotimia. Su amigo García Guijarro, no conforme con el diagnóstico de afección estomacal, le recomendó que acudiera a Madrid para ser explorado por el doctor Calandre, eminente cardiólogo. El resultado fue concluyente: miocardiopatía.
A partir de entonces, tuvo que someterse a continuos chequeos, espaciados en Madrid y frecuentes en Valencia, donde su amigo lo controlaba de cerca.
Le prohibieron conducir, le indicaron un régimen alimenticio, le limitaron su actividad; en suma, se convirtió en un enfermo aunque aún vivió veinte años.

Bernardo Colomer Vidal.

Política.
Parece ser que Bernardo participó en el ayuntamiento de personas ilustres como teniente de alcalde de Canals en algún momento de la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (septiembre de 1923 a enero de 1930).
Fue por esta época cuando formó parte de la junta que designó el Consistorio para comprar los terrenos donde se deberían ubicar las nuevas escuelas públicas del pueblo.
Más adelante, tras el asesinato de su hermano Julio, este grupo escolar se denominó Escuelas de Julio Colomer, así como también recibió el mismo nombre la calle que comunicaba dichas escuelas con la Avenida.

La suerte de Bernardo.
El mes de diciembre del año 1930 (unos meses antes de la instauración de la Segunda República Española) tocó el gordo de la lotería de Navidad en Canals. Casi todo el pueblo fue agraciado con algún premio, pero el caso de Bernardo Colomer ha pasado a los anales del mismo como el colmo de la mala suerte.
Como antecedentes a los hechos comentaremos que Bernardo se aficionó a la lotería cuando, cinco o seis años atrás, asistiendo con su mujer y su hija Mercedes (de unos dos años de edad) a la feria de Valencia, se empeñó en saber el porvenir de la pequeña haciéndole echar una moneda en una máquina destinada al efecto ante el desespero de su esposa.
El diagnóstico fue ampliamente favorable, aunque lo que marcó a Bernardo fue la aseveración de que a la niña le tocaría la lotería.
Desde ese día, cada vez que nuestro hombre compraba un boleto, buscaba a su hija y se lo entregaba para que lo sostuviese entre sus manos.
Nunca le tocó hasta ese fatídico día.
Bernardo Colomer Vidal

Los tres hermanos Colomer que trabajaban en la fábrica familiar de harinas (Ramón, Bernardo y Ricardo), pertenecían al Sindicato Agrícola Católico cuya sede era el actual Casino de Canals. Como todos los años, este sindicato jugaba a un número de la lotería de Navidad y entregaba a sus miembros más pudientes, además del décimo obligado que debían comprar (valía 5 pesetas), dos talonarios completos del mismo para que, a lo largo del año, lo fuesen vendiendo a conocidos, amigos o clientes.
Bernardo, que en esto era realmente despistado, guardó ambos talonarios en uno de los cajones de su mesa del despacho y se olvidó de ellos hasta dos días antes del sorteo. Al reparar en su distracción, recurrió al favor de su amigo, el doctor Francisco Raga Blasco, que era por entonces presidente del sindicato y encargado del control de dicha lotería, pidiéndole disculpas por su olvido y para que repartiese las papeletas que pudiese entre sus clientes. Acto seguido, envió los dos talonarios a dicho médico. Éste realizó su encargo, vendió lo que pudo de uno de ellos, quedándose para sí el resto del mismo y devolvió el otro al sindicato (ni que decir tiene que se convirtió en multimillonario).
Pero aún se cebó más en Bernardo su mala fortuna. Estando en su despacho, a última hora de la tarde del día anterior del sorteo, se le acercó uno de los oficinistas, con aire compungido, expresando su contrariedad al no haberle dado tiempo de comprar ni un céntimo de la lotería del sindicato. Ni corto ni perezoso, nuestro gran mecenas le regaló el único décimo que había reservado para él y que, precisamente, no pudo bendecir su hija Mercedes, al estar ésta en su colegio de Valencia.
Tocó el gordo. Siete mil pesetas por peseta. Para hacernos una idea, esta cantidad era la que se requería para poder comprar un solar y construir una casa en el Canals de 1930.
Casi todo el pueblo fue agraciado. Muchos se hicieron millonarios. Los vecinos se echaron a la calle cantando, saltando y bebiendo. Los propietarios del Casino hacían rodar los barriles de cerveza calle de San Cayetano abajo.
De hecho, toda la zona del pueblo que a partir de entonces se llamó “Las Casas Nuevas” (entre las actuales avenidas de Blasco Ibáñez y Corts Valencianes) se construyó con este dinero.
Hasta sus hermanos Ramón y Ricardo jugaron sus cinco pesetas.
A su esposa Mercedes le faltó poco para pegarle con un bastón en la cabeza cuando, enterada previamente de la entrega de los dos talonarios al médico, descubrió que también había volado el décimo restante.
El caso de Bernardo fue tan sonado que, al día siguiente, salió reflejado en todos los diarios de la capital, incluyendo su foto.

Mangay.
Para contentar a su mujer compró un terreno con pozo en Mangay, situado en la misma falda de la montaña y encargó a su amigo y arquitecto Peris (que ya había actuado en su mansión de Canals) que lo diseñara.
Como el nombre no había cuajado en La Parrilla, le llamó “La Porxá”.
El complejo se diseñó como finca de naranjos con una elegante vivienda familiar en el centro, a la que se accedía por una amplia escalinata a través de una deliciosa terraza mirador.
Se alcanzaba la casa ascendiendo un empinado camino procedente de la calzada principal, entre el brillante verdor y embriagador perfume de los cítricos.
Otra edificación situada lateralmente y separada de la principal por una extensa área rectangular se destinó a vivienda de los caseros y almacén. No podemos olvidar la famosa balsa de riego que, durante la etapa estival, se convirtió en el lugar de baño por excelencia de gran parte de los miembros de la familia Colomer.
Mangay en sus inicios.

La Guerra y la fábrica de Castejón.
La familia al completo de Bernardo huyó de Canals al día siguiente del golpe de estado provocado en España por los militares.
Una vez alojada su prole con los padres de su mujer, él se escondió en varias viviendas de amigos.
Gracias a un tal Aldás (empleado de los Casanova) logró, en febrero de 1937, pasar a Marsella (Francia) y, una vez allí, le fue fácil acceder a la zona golpista (llamada en esta guerra Nacional).
En noviembre de 1937 pudo Mercedes, con sus cuatro hijos (de 15, 11, 9 y 8 años), alcanzar Marsella, reunirse con su marido y, en ferrocarril, acceder, primero, a Endaya y, finalmente, a San Sebastián. Esto pudo suceder tras pasar tres horripilantes días en la cubierta de un carguero, usando una lona para protegerse y atando los niños a su cuerpo durante la noche.
Bernardo encontró trabajo de guardián en un banco y sus hijas pudieron acudir gratuitamente a un colegio perteneciente a la misma orden religiosa del que estudiaban en Valencia.
Casualmente una monja de esta orden, conociendo el oficio de harinero de Bernardo, lo puso en contacto con el dueño de una fábrica de harina en Castejón que desde el inicio de las hostilidades había quedado parada.
A Bernardo le entusiasmó el proyecto de alquilar y reflotar aquel negocio y, tras localizar en Andalucía a su amigo Vicente Simó y proponerle una sociedad, se abrió la nueva empresa harinera.
Durante el resto de la contienda se dedicaron los dos socios en cuerpo y alma a su negocio, al que fueron acudiendo operarios huidos de la zona Republicana.
Al terminar la guerra, Bernardo volvió a Canals y acordó con su socio mantener la atención de la fábrica acudiendo a Castejón haciendo turnos de dos meses cada uno.
El negocio apenas sobrevivió a la guerra, pues Simó murió en 1941 y un año después el mismo Bernardo.
Bernardo Colomer Vidal.

Muerte de Bernardo.
El año 1940, al acudir a Madrid para que le realizasen su chequeo tras el periodo del conflicto bélico, descubrió Bernardo que su cardiólogo (Dr. Calandre) había sido detenido por el nuevo régimen dictatorial y permanecía en una cárcel de la capital.
Como sólo se fiaba de sus diagnósticos ideó un plan y logró el permiso para que su médico lo revisase en la propia cárcel.
El diagnóstico del eminente especialista fue funesto, confirmando la sospecha del propio Bernardo.
A pesar de ello, el año siguiente, con Calandre ya en libertad, pudo aún acudir a su cita anual reafirmando la situación desesperada de su dolencia.
El año 1942, estando momentáneamente residiendo en casa de su cuñada Carmen en Valencia, convaleciente de una intervención menor, murió repentinamente en su cama.
Su esposa Mercedes le sobrevivió 27 años.
Inicialmente, alquiló un piso en Valencia a la espera de que su hijo Pepe acabase el bachiller, lo que sucedió dos años después, trasladándose definitivamente a Canals.

La tía Els Maus.
Este fue el sobrenombre con el que, los hijos de María Colomer Maisonnave, conocieron, durante toda su vida, a Mercedes Camilleri.
La razón fue debida a que, en los años cincuenta del siglo XX, Mercedes instaló en la cambra de su casona de Canals un gallinero y, para proteger el área de ratones y ratas, compró dos gatos recién nacidos que acomodó y crió en dicho lugar. Los sobrinos, aún muy pequeños y embelesados con los felinos, reclamaban a todas horas poderlos visitar, pidiendo a gritos ir a casa de la tía Els Maus y con esta denominación quedó el resto de sus días.

Mercedes Camilleri Ramón con sus nietos en la casona de Canals.

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