FLORENCIO SAIZ SÁEZ (1893-1972) por Francisco Coloma Colomer e Isabel Saiz Giorgeta


 
Florencio nació en Fuentelespino de Moya (provincia de Cuenca) a 7 años de finalizar el siglo XIX, transcurría 1893.
De familia humilde.
Su padre, Reyes Saiz Montero(1866-1905), trabajaba en el ferrocarril y fue allí donde colocó a su hijo Florencio, de peón, a muy temprana edad.
Se cuenta en la familia una anécdota de esta época que se le grabó en su mente de por vida. Estando un día, con su padre y el resto de trabajadores, descansando para comer, le ofrecieron un delicioso guisado de carne que engulló con fruición, acto seguido todos los operarios empezaron a maullar entre grandes carcajadas. Al comprender que el guisado era de carne de gato no pudo resistir el asco y la humillación, vomitando hasta el último bocado que había ingerido. Se prometió aquel día que, por el método que fuese, estudiaría para salir de aquella miseria.
Su padre murió a los 39 años.
Florencio tenía entonces 7 años, siendo el segundo de cinco hermanos: Valentina (1891-1961) (la mayor con dos años más que Florencio), Valentín (1896-1956), Anastasio (1899-1985) y Eulogio (1902-1989).
La situación de su madre, Estebana Sáez García (1870-1944), se volvió auténticamente desesperada por carecer de recurso alguno para alimentar a sus hijos.
Fue la etapa más penosa de su vida.
Vivían de la caridad de los vecinos del pueblo que, en contraposición por aquella ayuda, no dudaron en usar la crueldad a modo de mofa aplicándole el mote de Reina, por ser la mujer de Reyes y por lo que conllevaba este apelativo en su situación.
Cuando su hermana Valentina cumplió catorce años se fue a Valencia para servir en una casa particular. Supuso una ligera ayuda económica, aunque, sobre todo, marcó el punto de partida en la emigración progresiva de la familia al completo.
El siguiente en dirigirse a la capital del Turia fue Florencio, viviendo con su hermana en una casa alquilada, situada en el centro de la manzana limitada por las calles Cuenca, Navarra y Palleter, hoy engullida por nuevas edificaciones.
Florencio comenzó trabajando en un horno por las noches, mientras que durante el día se dedicaba a estudiar (primero el bachillerato y posteriormente magisterio). Por azares de la vida, estudió el bachiller en la academia del abuelo de Adrián Soler (su futuro yerno).
Poco a poco, con el dinero que iban ganando los dos hermanos, se pudieron ir trayendo al resto de la familia.
Su madre, inicialmente, también estuvo sirviendo; mientras que a sus hermanos los fue colocando como aprendices en diversos oficios que fueron, posteriormente, la clave para el desarrollo y fructificación del negocio familiar.
 
Maestro.
Por esta época obtuvo el título de maestro nacional (4 de mayo de 1916) y su primer destino fue la aldea de Rata, pedanía de Anguita, en la provincia de Guadalajara.
Contaba él posteriormente que se encaminó desde Anguita, a lomos de un asno y con todos sus enseres, desconociendo totalmente el aspecto de Rata y al subir la última cuesta, desde donde se divisaba ya la aldea, fue tal su desconsuelo que lloró.
Permaneció en este destino durante siete años.

Casamiento y Santa María del Espino.
En este período conoció a su futura mujer: Florencia De Diego Cabra, nacida en Rata, el 11 de mayo de 1899, hija de León De Diego Sobrino (oriundo de Luzón) y Filomena Cabra Sobrino (oriunda de Rata).
Se casaron el día 23 de enero de 1919.
Vivieron en la casa de su suegro, ya que era viudo desde que Florencia era muy joven.
La casa central, de estrecha fachada, fue
la vivienda del matrimonio Saiz – De Diego durante su estancia en Rata.
De hecho a Florencia la cuidaron su tía Facunda (hermana de su madre) y su marido Segundo (hermano de su padre) tratándola como a una más de sus hijas.
Florencio fue un maestro popular, querido y respetado por todos.
Una de las gestiones que realizó por el pueblo fue la de cambiarle el nombre de Rata (siempre ridiculizado por los pueblos vecinos) por el de Santa María del Espino, que era la patrona local desde que fue hallada, en tiempos remotos, una imagen de la Virgen en un espino próximo al lugar donde se ubica, en la actualidad, la ermita.
Este es el nombre que lleva el pueblo a día de hoy.
Nacieron en Santa María sus dos primeros hijos: Florencio (el día 21 de noviembre de 1919) y Amparo (el día 9 de mayo de 1923).
Chiva.
En el año 1925 obtiene su segundo destino de maestro en Chiva (Valencia).
Su casa estaba cerca del río. También en esta localidad fue acogido con amabilidad, recibiendo gran cantidad de presentes.
Aquí nació su tercer hijo: Pepe (1926).
Durante este período, con el dinero que fue ahorrando, compró un pequeño bajo frente a la vivienda familiar de la calle Navarra en Valencia y, haciéndose, además, con las herramientas básicas para fabricar objetos de latón (principalmente fiambreras y platos), creó junto con sus hermanos, ya duchos en el oficio, el germen de la futura fábrica.
Comienza entonces su actividad en cuatro frentes, a saber, el constructor, el industrial, el docente y el político.
 
Primer Taller.
Estando aún en Chiva construyó su primera finca en la actual calle San José de Calasanz nº 8 de Valencia.
En los bajos posteriores de la misma se montó el primer taller propiamente dicho, accediéndose al mismo por la puerta central de la fachada. Los bajos delanteros se reservaron para vivienda (el derecho para Florencio y su familia que ya iban a dejar Chiva). Todos los hermanos vivieron en esta finca y trabajaron en el taller.

Política.
También por esta época inicia su andadura política, militando activamente en el Partido Acción Republicana de Manuel Azaña. Pero, al inicio de la Guerra Civil, viendo la anarquía reinante en Valencia y estando en desacuerdo con el reparto de armas a la población, devolvió el carné del Partido y nunca más habló de política (verdad es que pocos hablaron de ella en los siguientes 36 años de España franquista).
A consecuencia de esta decisión, recibió malos tratos por parte de los dos bandos.
Por parte Republicana le robaron todo el material de la fábrica, mientras que, por el Régimen Franquista recibió la inhabilitación de su magisterio al finalizar la contienda, aunque fue pronto rehabilitado el día 2 de agosto de 1940.

Paiporta.
El año 1931 obtiene su tercer traslado de maestro al pueblo de Paiporta, muy próximo a Valencia. Y es, en estas dos ciudades, donde fijará definitivamente su actividad docente y residencia hasta el fin de sus días.
Dos años después (1933) nació su cuarto hijo: Paco.

Calle Alberique.
La siguiente empresa que realizó, ya imbuido de la fiebre constructora, fue la de edificar dos fincas adosadas en la calle Aberique (números 15 y 17).
Todos los bajos de ambos edificios, fueron destinados a la fábrica familiar. En este caso, ya un negocio importante, contando con una decena de operarios, además de los hermanos (Valentín, Anastasio y Eulogio) y su cuñado Paco (marido de Valentina), que había sido la primera en casarse.
En esta fábrica se comenzaron a elaborar los artículos de regalo de bronce (vinagreras, tinteros, portarretratos etc.), que se mantendrían como parte importante del negocio hasta su conclusión.
De nuevo volvieron a ocupar diversos pisos como vivienda las distintas familias del clan en expansión.
La familia de Florencio residió, a partir de entonces, en el nº 17 primer piso de la derecha.
Poco tiempo después de terminar la Guerra Civil construyó otra gran finca esquinera y colindante a las anteriores (el nº 19 de la misma calle Alberique) y pasaron a vivir en ella ocupando el último piso que incluía un torreón. Este piso eran inmensamente espacioso y en él permaneció la familia Saiz De Diego hasta que comenzaron a casarse los hijos.
 
Fábrica de Gaspar Aguilar.
 Es también por esta época (principio de la década de los 40 y recién finalizada la contienda civil) cuando se construye la última y definitiva fábrica en la calle Gaspar Aguilar nº 41, esquina con la calle Jaime Beltrán, junto a la vía del tren de Villanueva de Castellón, que circulaba en la dirección de esta última calle y estando precisamente las barreras en el mismo cruce, transmitiendo la impresión de finalización de la ciudad.
Ésta fue, esencialmente, fábrica de lámparas, aunque en ningún momento se dejaron de producir los clásicos regalos de bronce de los inicios del negocio.
En los años 40 Don Florencio, ya en la cincuentena y con los horrores de la guerra muy recientes, entró en una discreta depresión, mostrándose más taciturno; a pesar de lo cual, este hecho no le separó de su trabajo.
Con sus empleados era recto, pero siempre respetuoso y correcto, no se recuerda haberlo oído vociferar a ellos ni a nadie.
Su labor en la fábrica era la dirección, la contabilidad y el aporte de nuevas ideas para los productos.
Sus hermanos Valentín y Anastasio eran los artesanos, magníficos ejecutores de estos productos, mientras que su otro hermano, Eulogio, era el habilidoso de la familia, sabía hacer de todo y recurrían continuamente a él ante cualquier problema técnico que se produjera.
 
Hijos.
En esta década inician los estudios universitarios sus hijos Florencio y Pepe en Valencia.
Don Florencio tenía auténtica devoción por la abogacía. De hecho estudió dos cursos en la misma época que preparaba Magisterio. El no haber podido concluir esta carrera, por motivos de pura necesidad, le supuso una gran decepción.
Por esta razón conminó a sus hijos a estudiarla.
Los tres varones fueron abogados. Florencio y Paco no pusieron objeciones, mientras que Pepe, tras un intento de hacer ingeniería en Madrid y la negativa de su padre, accedió como sus hermanos.
Como sucede en la mayor parte de estos empecinamientos paternos, ninguno de ellos ejerció la profesión, ya que los tres trabajaron en la Fábrica.
El día 23 de Noviembre del año 1950 se produce un gran acontecimiento familiar, la boda simultánea de los dos hijos mayores.
Florencio Saiz De Diego, de 31 años, casó con Encarnación Giorgeta Chiner, hija pequeña de Doña Encarnación Chiner Chiner y Don Alfredo Giorgeta Chiner, reputado industrial valenciano.
Amparo Saiz De Diego, de 27 años, casó con Adrián Soler Calvo, eminente médico neumólogo que, debido a su experiencia en tisiología, fue muy pronto solicitado por la sanidad venezolana para hacerse cargo de la lucha antituberculosa, con base en Maracaibo y actuando en la Guajira y la Isla de los Leprosos.
La doble boda se celebró en la Basílica de la Virgen de los Desamparados de Valencia.
 
Nietos.
Un año después ya es abuelo, pues nacen sus dos primeras nietas: Siona Saiz Giorgeta y María Amparo Soler Saiz.
En el año 1952 a Don Florencio le viene excesivamente grande la vivienda del torreón, ya sin Florencio y Amparo, por lo que decide trasladarse a otra nueva de sus construcciones, el número 51 de la calle Convento Jerusalén, instalándose en el primer piso derecha con su mujer y sus dos hijos restantes: Pepe y Paco.
En 1953 parte Amparo hacia Venezuela con su marido Adrián, allí destinado, y su hija María Amparo. Este mismo año nace su tercera nieta: Isabel Saiz Giorgeta, segunda hija de Florencio.
Durante estos años cincuenta prosiguió la fiebre constructora, edificando diversas fincas en Valencia y todas en un área relativamente próxima al núcleo original de su pequeño emporio: Salas Quiroga nº 8, Ramón y Cajal nº 31, Roger de Flor nº 18 y Ramón y Cajal nº 10 (actual Estrella nº 17, su última morada).
Ramón y Cajal nº 31.
Como hecho curioso, esta finca se la vendió a su futuro consuegro Alsina, que sería suegro de su hijo pequeño, Paco.
En esta etapa de su vida tuvo que reiniciar las clases de maestro, cancelando la excedencia que había solicitado con anterioridad para poder dedicarse íntegramente a sus negocios y, de este modo, preparar la jubilación.
En 1955 nace el primer nieto varón: Carlos Saiz Giorgeta, tercer hijo de Florencio.
Un año después Pepe Saiz De Diego, casa con Marieta Magalló Ricart. Sólo queda Paco, soltero con 23 años, aún viviendo con sus padres.
El año 1957 es un año de cambios. En Venezuela nace la segunda hija de Amparo: Carmen Soler Saiz. Mientras, su hermana María Amparo, vuelve a España quedando provisionalmente al cuidado de sus abuelos.
Don Florencio decide de nuevo cambiar de vivienda, trasladándose al nº 10 de la Gran Vía de Ramón y Cajal, recientemente construida por él, con su mujer, su hijo Paco y su nieta María Amparo. Tres años después también tendrá a su cargo a su nieta Carmen, ya que su hija Amparo vivió desde entonces entre dos aguas, pasando temporadas en Venezuela y temporadas en España.
 
Jubilación.
En 1958 cumple 65 años; es la hora de la jubilación.
Su vida transcurre a partir de ahora de un modo mucho más apacible. Por las mañanas acude frecuentemente a la fábrica, donde ya trabajan sus tres hijos varones y por las tardes al Ateneo Mercantil para jugar su partida de tute, afición desarrollada tiempo atrás en la rebotica de Chiva y compartida con el farmacéutico y el médico, en su etapa de maestro de dicha localidad.
Su segundo nieto varón: César Saiz Giorgeta, nace en 1961, es el cuarto y último hijo de Florencio.
Paco, el benjamín de la familia Saiz De Diego, casó con María del Carmen Alsina Alsina en 1962. De esta última rama hubo tres vástagos: María Teresa (1964), Carmina (1966) y, finalmente, Pachi (1968). De este modo quedó completada la tercera generación.
Según testimonio directo de diversos miembros de su familia, y especialmente de su nieta María Amparo, Don Florencio era simpático, cariñoso y sencillo; tenía buen carácter, no era renegón, ni vocinglero en casa o en el trabajo, paciente, bondadoso, comunicativo y razonable.
Se le recuerda, en estos años sesenta, aposentado en torno a la mesa camilla con su boina y sonrisa bonachona.
Durante esta última etapa de su vida la función que más diligentemente ejecutó fue la de segundo padre de sus nietas María Amparo y Carmen, que vivieron con él hasta su muerte. Repasaba con ellas sus trabajos escolares con una paciencia encomiable, nunca les levantó la voz, y redactaban juntos las periódicas cartas que remitían a sus padres hasta Venezuela, siendo sus dos obsesiones la caligrafía y la ortografía.
Su mujer Florencia, por el contrario, tenía mucho genio aunque nunca lo exteriorizaba; adoraba a su marido y éste, intuyendo sus inquietudes, la calmaba.
Casi todas las mañanas realizaba amplios paseos y tertulias con sus dos íntimos amigos, también maestros, Benjamín y Cesáreo, sin más achaques que su hipertensión arterial.
Muerte.
Hasta que aparecieron los primeros síntomas urinarios. Se trataba de un cáncer de próstata diagnosticado en fase avanzada por lo que se obvió tratamiento agresivo alguno.
Durante estos dos últimos años no salió de casa, aunque mantuvo siempre su talante, serenidad y lucidez.
Florencia no se separó de él un solo instante. Toda la familia recuerda la imagen de la abuela sentada en una pequeña silla a su lado, seria y callada.
Don Florencio siempre fue anticlerical y se mantuvo hasta el final fiel a sus principios, hecho realmente complicado en una España sometida a una dictadura nacional-católica. Nunca fue a Misa excepto el día de sus bodas de oro por satisfacer a su mujer.
Estando en el lecho de muerte insistió Florencia a que accediera a recibir a un cura. Cuando se acercó el mosén le dijo que no era creyente, a pesar de lo cual le podía asegurar que nunca en su vida había hecho daño a nadie de manera consciente. Salió éste impresionado y dijo a los presentes ¡ojalá hubiese muchos más Don Florencio!
Murió a los 79 años el día 27 de noviembre de 1972.
Sirva este testimonio como homenaje de sus descendientes a un hombre íntegro y admirable.

2 comentarios:

Wilson Ferrús Peris dijo...

Hola,

Mi nombre es Wilson Ferrús, estoy completando un estudio sobre los maestros de la Repúbllica en l'Horta Sud por lo que entre los maestros objeto de investigación está Florencio. Este post lo he encontrado de sumo interés para completar mi información sobre el maestro. Los autores supongo que son una de sus nietas y su marido,no? lo digo por citarlo correctamente. Tampoco sé si prefieren que cite el blog i el post o como coversación mantenida el día... Por otra parte, les agradecería que me mandasen alguna fotografia de Florencio escaneada para poderla publicar.
Y algunas dudas: No me consta que pidiera la excedencia, ¿en fecha la pidió? Solo me consta que el 31 de maig de 1944 solicita la tramitación d’expediente de jubilación per imposibilidad física y causa baja por enfermedad. Tambien que en 1948 se traslada a El cabanyal, en 1950 cae de nuevo enfermo y después se traslada a oro centro de Valencia. ¿Es posible que pidiera excedenica entre 1944 y 1948?
¿Dirían que ideologicamente siempre se mantuvo fiel a sus ideas?

Mi correo electrónico es wilsonferrus@hotmail.com

El trabajo de investigación tengo que entregarlo en noviembre y se publicará el año que viene.

Muchas gracias. Espero respuesta.

Wilson Ferrús Peris dijo...

Hola de nuevo. Quiero informarte que el libro se presenta durante una cena el próximo día 9 de mayo a las 21.30h. Es en el Salón Quiquet de Beniparell (l'Horta Sud. El título con el que se publica es "Mestres de la república a l'Horta Sud. Il·lusions trencades, vides partides". Muchas gracias y un abrazo.